martes, 19 de octubre de 2010

Hablar sobre diferencia de clases no es una simple discusión ideológica abstracta

Muchas gracias a Maboroshi por pasarme esto:

“Es más peligroso un pibe que piensa que un pibe que roba”

César González habla de la realidad sobre la pobreza y la delincuencia, la estupidez de pensar que no son problemas cuyas raíces yacen en la estructura de la sociedad. Y la discriminación y prejuicio que se experimentan cuando te toca el pedazo más pequeño.

“[...] Mi cabeza empezó a cambiar, a incorporar cosas nuevas; todo un mundo que no conocía hasta antes de caer preso, cuando me di cuenta de todo lo que se le oculta a un joven que le toca nacer en un barrio de clase baja, en una condición pobre y humilde como en la que nací. Aparte de excluirte económicamente, te excluyen cultural y simbólicamente. Te excluyen porque sos el negro de una villa, el negro de mierda, vas a ser chorro, obrero y nada más. El sistema te excluye y es mucho más cruel de lo que uno cree –repasa su aprendizaje–. Lo que juega es una exclusión simbólica: el de la villa es un ignorante, es un posible delincuente.” César subraya que el primer acto de su renacimiento, antes de la escritura, no fue la lectura –los libros que unas manos de mago, literalmente, acercaron a sus ojos– sino la libertad que le dio pensar. “Empecé a usar esto que tengo acá arriba –dice con el dedo índice en la sien– para algo productivo, para algo que me diera vida, que me diera fuerza. Y digo vida porque estaba muerto en vida: 16 años, seis balazos de la policía, me quedaban cinco años de cárcel; ingresé a un instituto con los clavos en las piernas, en muletas, pesando 50 kilos. Realmente estaba muerto.”

"[...] Y comenzaron las preguntas, aparecieron los porqué: por qué nací en una villa, por qué tuve que ser pobre, por qué tuve que nacer en un contexto de mierda, por qué tuve que saber a los 7, 8 años que existe la cocaína, el porro y que vivo en un barrio donde eso es frecuente y la cultura es ésa.”

La seguidilla de preguntas productivas se multiplicaban; estaba encerrado, pero no anestesiado. No sabía qué esperaba, pero algo llegaría. “¿Hubiese terminado en una celda si no hubiese nacido en una villa? Si nueve de cada diez de los que estábamos en la cárcel éramos de una villa. ¿Qué hubiese pasado si hubiese nacido en otro contexto? Realmente no sé, pero considero que en la cárcel no hubiese terminado con 16 años, baleado, adicto a las drogas como era. Se cayó la venda de mis ojos con mucha rabia. No quería darle el gusto al sistema, a la sociedad, que quiere que terminemos en la cárcel. Y fue una ruptura.”

"[...] no es lo mismo que alguien de clase media piense a que lo haga un pibe de clase baja. Si el de clase baja tiene conciencia de clase, la potencia que tiene ese pensamiento es mucho más explosiva que la de la clase media, en el sentido de rebelarte. Fue lo que me pasó a mí: tener conciencia de clase, pero no haciendo una separación porque yo soy de abajo, pero no quiero que se muera el de arriba. No. Yo pensaba todo esto, pero seguía dentro de una celda. No sabía que el día de mañana iba a publicar un libro, a hacer una revista..."

"[...] Me pegaron en la cárcel por leer, por escribir, por pensar, paradójicamente. La sociedad dice que en la cárcel estamos mejor, que los derechos humanos son sólo para los chorros... y uno escucha todo ese discurso de que nos gusta esa vida en la cárcel, que no hacemos nada. A mí no me gustaba esa vida y decidí hacer otra cosa: leer, terminar el secundario, recibirme. Pero no recibí un abrazo de la sociedad; recibí piñas, me quebraron los tobillos, me rompieron un diente; sufrí miles de requisas por leer y escribir. Me di cuenta de que la sociedad prefiere que los pibes roben, que se droguen antes que accionen y piensen. Es más peligroso un pibe que piensa que un pibe que roba. Cuando un pibe en este país pensó y accionó, lo torturaron, lo masacraron y no apareció más."

"[...] Siempre recuerdo el día que escribí mi primer poema y se lo llevé a una psicóloga que tenía en el Instituto Belgrano. Lo había escrito la noche anterior después de leer una crónica de Arlt en Aguafuertes porteñas que me había gustado mucho. Seguramente estaría lleno de limitaciones; al principio escribía con rima, no podía escaparle a eso (risas). Había sentido un vómito que me daba libertad. Algo se había desatado, el candado se había quebrado cuando escribí ese poema. No es una figura menor el psicólogo dentro de la cárcel; es el juez cotidiano de tu vida. Yo le llevaba un poema que me había hecho sentir persona... Yo me odié mucho tiempo, pero llegó un momento en que ese odio lo transformaba en violencia o en poesía. La psicóloga dejó el papel a un costado y me dijo: “Muy lindo esto, pero cuando salgas tenés que trabajar. Vos cometiste un delito, tenés que resarcir a la sociedad y la única forma es que te rompas el lomo trabajando. Con esto –por el poema– no resarcís el daño. Esto puede ser muy lindo, un pasatiempo, pero tenés que trabajar. A ver si se te mete en la cabeza...”. Y no fue una mala experiencia como argumentan algunos psicólogos para que me quede tranquilo. ¡Las pelotas fue una mala experiencia! Tuve doce psicólogos diferentes y todos me dijeron lo mismo. Ninguno me leyó un poema. Yo necesitaba que alguien lo leyera, que me dijera: “Está feo, pero vas bien”. Era un acontecimiento para mí, pero me lo negaban, lo reprimían. Cuando se lo di a Patricio, me dijo: “¿Es la primera ves que escribís? Seguí, probá, no está nada mal”. Y me trajo libros de poesía. ¿Te das cuenta la función de uno y otro? Uno estaba para ayudar, los psicólogos para reprimir."


Es bastante obvio que nada se soluciona con "mano dura" y que el sistema penitenciario en sí ya está bastante jodido, no necesitamos unas "fuerzas del orden" eficientes, necesitamos un sistema que funcione para todos. Y claro, con cambios estructurales sociales deberían venir cambios en las actitudes y mentalidades de la sociedad.

Este es el blog de Camilo Blajaquis, donde escribe estupendas poesías, y artículos extremadamente interesantes sobre la deshumanización hacia los jóvenes pobres.

viernes, 15 de octubre de 2010

En este momento estoy anímicamente bastante mal, y mucho no puedo discutir esto, pero... en serio?

Esta visita tendrá lugar, luego de que la SIP enviara una carta al presidente boliviano, Evo Morales, en la que planteó que con la inclusión de los dos artículos, la ley "incurre en serias restricciones a la libertad de prensa".

[...]

Los delegados solicitaron una entrevista con el presidente Morales y otras autoridades de Bolivia para dar a conocer su posición sobre la recién aprobada "ley antirracismo" y "las consecuencias negativas de los artículos 16 y 23 para la libertad de prensa".

En una reciente carta a Morales, la SIP arguyó que su preocupación se debe a que los medios de comunicación pudieran ser objeto de "drásticas sanciones sobre declaraciones o noticias que aunque no concuerden con el criterio editorial del medio, tienen por sí mismas el valor noticioso ya que pueden provenir de fuentes de interés público o ser temas de interés público".

El artículo 16 impone sanciones económicas y retira la licencia a los medios que difundan ideas racistas y el 23 indica que cuando el hecho sea cometido por un trabajador de un medio de comunicación "no podrá alegarse inmunidad ni fuero alguno".

En su misiva a Morales, la SIP también lamentó que el Gobierno no haya prestado atención a los reclamos unánimes de periodistas, medios de comunicación, organizaciones dedicadas a la libertad de prensa, sindicatos y demás sectores de la sociedad civil, en contra de las cláusulas, sobre las que exhortó al presidente a eliminarlas.


Libertad de prensa, mi culo. Bueno, uno podría empezar a discutir sobre "el problema de ponerle sanciones a medios de comunicación con mensajes discriminatorios hacia minorías", como "nadie lo hace", y "lo interpretable que es todo", pero con la historia de Bolivia y América Latina, el contexto de esta discriminación en particular... sinceramente, no. Ganas de ser racistas es lo que sobran. No digo que esta ley no pueda tener algunos problemas estructurales que terminarán afectando a las minorías, pero esto no es lo que les importa y lo que hay detrás de estos del SIP, o lo que sea.

Me encantaría poder analizarlo con detenimiento porque estoy segura que hay mucho que decir, pero como dije, no estoy para eso ahora mismo con lo triste que me siento por motivos personales.